Ouka Leele, artiste, photographe, et peintre.
Racontez-nous vos débuts dans la photographie
O. L : Petite fille je rêvais d’être artiste, peintre, je rêvais d’inventer des couleurs. Après mon bac, j’ai commencé à étudier dans des écoles la peinture, la sculpture et le dessin et là un camarade de classe a insisté pour que je l’accompagne dans une structure enseignant la photographie : le Photocentro. J’ai dépensé l’argent de poche que me donnait mes parents pour me payer ces cours. C’est là-bas que j’ai rencontré ceux qui faisaient partie de la scène photographique et ceux qui s’occupaient du magazine Nueva Lente (Nouvel Objectif), un magazine très au fait de ce que serait la photographie de demain. Ils virent rapidement en moi un nouveau talent, un regard intéressant pour l’avenir de la photographie espagnole. Moi qui voulais être peintre, je me suis retrouvée à pratiquer la photographie sans vraiment l’avoir désiré. C’est pourquoi je dis souvent que la photographie m’a kidnappée et n’a jamais voulu me laisser partir.
Quand avez-vous pris votre première photo ?
O. L : Je crois qu’on m’avait donné un Instamatic pour ma première communion, mais je me rappelle pas avoir pris des photos, je m’intéressais plus aux caméras vidéo. Après coup, j’ai retrouvé quelques clichés de mon frère perché sur un arbre qui avaient été réalisés avec cet appareil, mais je ne crois pas que ce soit moi qui les ai pris. En fait, j’ai fait mes premières photos au Photocentro, les exercices de composition qui ont fait de moi une photographe. Au centre, ils voyaient tellement de promesses dans mes noir et blanc troublants et dans ma vision pure et adolescente que quand j’ai commencé à colorer mes photos en les peignant, beaucoup en vinrent à déplorer que je détruise ainsi ma carrière.
Lire l’interview de Ouka Leele par Anna García Solana dans son intégralité, dans la version anglaise du Journal. Adaptation française, Lola Fabry
**
Ouka Leele, photographe, artiste, peinare
Cuéntanos tus inicios en relación con la fotografía
O.L: Desde muy niña, yo soñaba con ser artista, pintora, soñaba con inventar colores.
Al terminar el colegio, entré en academias de pintura , escultura y dibujo y allí un compañero me insistió en acompañarle a una academia de fotografía: EL Photocentro, enseguida me matriculé, pensando que como artista contemporánea era imprescindible ese aprendizaje. Gasté lo que me daban mis padres para mis gastos en esas clases. Allí conocí a los que estaban en el mundo de la fotografía y los que llevaban Nueva Lente, una revista muy precursora de lo que iba a pasar. Enseguida vieron en mí un nuevo talento, una joven y precoz promesa para dar una nueva mirada a la fotografía española. Yo que quería ser pintora que llegaba allí después de largas horas dibujando y pintando con la nariz manchada de carboncillo y con grandes carpetas, me vi fotógrafa sin haberlo ni siquiera deseado. Por eso siempre digo que la fotografía me atrapó, me raptó y nunca me quiere soltar.
¿Cuándo tomaste tu primera foto?
O.L: Creo que me regalaron una Instamatic por mi primera comunión, pero no recuerdo mucho hacer fotos, me interesaba más por las cámaras de cine, luego he visto alguna foto con mi hermano subidos a un árbol hecha con esa cámara pero creo que ni siquiera la tomé yo. Realmente mis primeras fotos las tomé durante mi paso por el Photocentro, ejercicios de encuadre que me convirtieron en fotógrafa. Me veían tan prometedora con mi inquietante blanco y negro, mi mirada pura y adolescente que cuando me puse a pintar las fotos, muchos se llevaron las manos a la cabeza, pensando que destrozaba mi carrera.
Empezaste fotografiando y más tarde introdujiste otro tipo de técnicas en tu obra, explícanos un poco el porqué de las técnicas mixtas.
O.L: Mi necesidad de pintar, una necesidad perentoria, me llevó a pintar las fotos y además el color fotográfico no me gustaba nada. Así fue cómo empecé, movida por la necesidad. En aquél momento, no podía vivir sin pintar, me ahogaba, necesitaba el color, expresarme con él, como se necesita el agua. Era una necesidad casi patológica, algo que arrastraba desde niña.
La fotos nunca son fotomontajes, sólo les añado el color para darles más realidad, son más reales, pues se parece más a lo que siento cuando miro. Para mí, una foto en color se queda corta. Me gusta el blanco y negro también mucho porque expresa mucho más la emoción. En realidad la foto en blanco y negro pintada es la primera forma de hacer fotos en color. Yo digo pintada, porque no es coloreada, como esas fotos que había en los cines con un poco de rosa en las mejillas y carmín en los labios. Mi trabajo de pintura sobre la foto es una especie de escultórico hiperrealismo, donde reconstruyo todos los volúmenes de luz y pinto hasta las pestañas. De manera que cada tono gris de la fotografía se convierte en un tono de color volumétrico. Hay quien me dice que mis fotos son surrealistas pero hay que entender que esa palabra viene del francés y que sur quiere decir por encima, es decir, más que realistas, más reales, eso son, más reales. Más verdaderas, porque llevan el color del recuerdo de lo que mis ojos vieron y los sentimientos que me embargaron.
¿Por qué te identificas con la fotografía?
O.L: No me identifico, me identifican. Para mí la fotografía es una herramienta más dentro de las herramientas para crear arte. No me identifico con la fotografía en general, no puedo con la idea del fotógrafo estereotipado, parece que incluso van todos igual vestidos, como cazadores al acecho de la imagen ideal. No me identifico nada con esa fotografía. Me podría identificar con la mía, con mi forma de hacer, que es más escenográfica, yo creo las imágenes a partir de lo que veo, de mis recuerdos y sensaciones, mi filosofía. No puedo hacer fotos de lo que los demás me dan viviendo su vida, me da pudor y mucho respeto. Creo que ha de haber una complicidad entre los modelos y el que utiliza la cámara.
En la actualidad ¿qué importancia tiene la fotografía en tu obra?
O.L: Muchísima, sigue ahí, aquí, sigue excitándome la idea de buscar nuevos lenguajes, crear imágenes que sacien mi sed de imagen. Ahora hay una súper saturación de imágenes y es difícil aportar alguna más. Pero vuelvo a tener sed, como cuando empezaba, necesito ver algo que no veo, algo que renueve la mirada.
¿qué es lo más importante en una fotografía?
O.L: Que esté viva, que sea intemporal, que trascienda el tiempo y que vaya más allá de la reproducción de la realidad. La reproducción no me interesa, aunque respeto y admiro a maestros como Ansel Adams porque es enorme e inmenso su amor por la naturaleza y un genio en reproducir las sensaciones que la naturaleza nos da, en sus fotos he podido oler los pinos y sentir el aire de la mañana, el murmullo silencioso de la nieve… Y la fotografía tiene que darnos una mirada nueva y pura, cuando dejamos de ver aunque miremos, cuando vemos gris, la fotografía ha de volver a mostrar la vida, la libertad, ha de inyectarnos, amor y vida en las venas.
Para ti, ¿qué hace que una fotografía tome el valor de arte?
O.L: Pues… qué difícil preguntita… Creo que cuando como en todo arte, se manifiesta el “duende” (del “duende” hablaba García Lorca), es un no sé qué que te estremece. Esto por un lado y por otro, la obra de arte está fuera del tiempo, habla con un lenguaje universal, que aunque sujeto a las formas, técnicas y alfabetos de la época en que se cree, sirve a todas las épocas y a veces más a las futuras que a las contemporáneas. El arte ha de curar, sanar, ha de conmover, ha de reestructurar tus células cuando lo disfrutas. Algo así: medicina, intemporalidad, transubstanciación… Esta última palabra es por lo de espiritualizar la materia. LA fotografía es un misterio hecho de luz.
¿Cómo valoras la instantaneidad de una fotografía que ha sido retocada o manipulada?
O.L: Pues depende, si el retoque es utilizado como laboratorio, como cuando revelas en el cuarto oscuro, todo sigue igual. Pero la toma siempre será una instantánea. Esos segundos del disparo siempre serán unos segundos en que se capturó una imagen. La pregunta que me haces parece como si te refirieras a una fotografía policial donde todo ha de ser tal cual y ver si el asesino tenía un pelo en la barba más o menos. Pero en lo artístico no sirve de nada. No se trata de copiar, de reproducir, sino de crear con total libertad. Quizás en la fotografía de reportaje, en el periodismo no habría que retocar nunca nada que altere un ápice la toma. Pero hacer algo de laboratorio siempre está bien, para encajar bien las luces, los colores, que en la toma no sean tan fidedignos…
A lo largo de tu trayectoria a la hora de producir tu trabajo, ¿cómo has financiado y financias tu producción?
O.L: Pues en los comienzos gracias a todos los que me rodeaban, amigos que posaban para mí porque les encantaba, gente que me prestaba objetos… Y la producción de las fotos… pues revelaba yo todo, me hacía las copias y luego las pintaba y luego intentaba venderlas lo antes posible. Tuve que elegir entre hacer la compra o comprar papel fotográfico, elegía el papel, claro y luego me iba a comer a los hare Krishna que daban de comer gratis. Han sido mis pequeños mecenas todos ellos y siento enorme agradecimiento. También he pasado mi vida trabajando por encargo, intentando conseguir que en los encargos yo pudiera desarrollar mi obra filosófica. Por ejemplo la foto del beso o la del hombre que lee el periódico con una pierna en la cabeza fueron encargos para la revista Penthouse, y el director creativo de la revista un genio por encargármelo y además por dejarme total libertad, sólo me dijo: ten en cuenta que es una revista erótica. ¿Qué directores de arte de revistas hay hoy en día así? En cuanto a la producción de las exposiciones de copias, siempre las produce el museo o galería que me pide la exposición. Yo agradezco todo esto, a todos los que forman parte de mi obra en cada uno de sus aspectos.
¿Analógico o digital?
O.L: Las dos cosas, aunque el analógico en blanco y negro es una maravilla y trabajar con cámaras analógicas también.
¿Cuáles son tus perspectivas de futuro hacia tu trabajo?
O.L: Seguir con todos los frentes abiertos, fotografía, pintura, dibujo, vídeo, cine, poesía, performance… Y caminar pasito a pasito, porque todo de golpe no se puede.
¿Cuáles han sido o son tus grandes referentes?
O.L: En fotografía, Man Ray, Irving Pen… y tantos otros que la lista sería interminable. Recuerdo que en mis comienzos me encantaba Ralf Gibson, quería copiarle su forma de revelar los negativos. Y en pintura también muchos, Odilón Redon, Soutine, Velázquez, Picasso, Corot, William Blake, Frida Khalo a la que robé algún título, Dalí también me influyó, y muchísimos más que están dentro de mí y que por algún lado de la mezcla en la coctelera, rezuman.
Entrevista a distancia con Anna García Solana , Mayo 2013 para Le Journal de la photographie.